Creced y multiplicaos por cero.

7 de diciembre de 2006

¡Viva la P.E.H.P.A!

foto: Eliseo García Nieto, via Flickr (licencia CC)
Señoras, señores:
Esto se acaba.
Me consta que es chungo decir algo así como comienzo, pero qué le vamos a hacer. El uso de tecnologías ultramodernas a cargo de mentes ultracejijuntas está propiciando un siglo XXI cada vez más cercano al Medievo. Y el planeta se nos va a tomar puelculo por cosas como que la costa está enladrillada y ¿quién la desenladrillará?, porque el desenladrillador que la desenladrille buen perdedor de elecciones será.
Así pues, todo parece perdido, aunque parece probable que en breve la Justicia -que para algo está- autorizará la emisión de un reportaje sobre un hijo secreto del Pescadilla.
Puestas así las cosas, no me negarán que ya iba siendo hora, mis queridos drugos, de ir buscando alguna cosa para pasar el rato mientras suena el politono de las trompetas del Juicio Final y hacer que el tránsito desde las infraviviendas de Paco el Pocero a las calderas de Pedro Botero sea menos doloroso de lo que merecemos.
Dicho lo cual, queridos amigos, quiero animarles con vehemencia a que en jovial alborozo y camaradería, tomados de la mano y juntos como hermanos, nos unamos todos en el sano y gozoso objetivo de extinguirnos como especie; pero de buen rollo, ¿eh?.
George W. Bush (U.S. National Archives, via Flickr)
Y digo bien: de buen rollo. Porque, señoras y señores, seamos serios: no todos vamos a ser ardientes militantes pro vida, como George W. Bush, y vamos a ir impidiendo la investigación médica con células madre porque la única y verdadera religión nos prohíbe matar seres humanos hasta que estén creciditos; que ya lo dice la Biblia: "Pezqueñines no, gracias".
No, amigos, no. Yo os propongo, os invito, os animo, a extinguirnos sin bombas ni polonio, sin degollinas ni pase a cuchillo. Que ningún hombre más tenga que tomar un fusil y marchar al frente para defender a esa mujer y esos hijos que él mismo ya se encargaría de matar de una paliza, si lo dejaran tranquilo en su casa.
Yo les propongo, señoras y señores, que nos extingamos juntos, todos a una, por el muy sano método de no reproducirnos. Porque, total, seamos sinceros: para esas dos o tres veces al mes o al año que cumple usted el débito conyugal, ¿qué más le da poner látex por medio? ¿Tanto cree usted que necesita el mundo de sus genes? Ande, levántese, mírese al espejo y recapacite.
Conciudadanos todos, no nos reproduzcamos. Que los sabios gestores del desempleo se queden sin mano de obra que explotar. Que las familias reales se queden sin primos que les paguen la sopa boba. Que los pastores de almas se queden sin borregos. Que las hipotecas que habéis puesto a tres generaciones las pague el putero borracho que se tiró a la madre que los parió a todos.
Queridos hermanos, extingámonos todos en la lucha final.
¡Y que viva la P.E.H.P.A!